lunes, 9 de noviembre de 2009

La confesión

Lo hice, se lo confesé, casi todo, claro esta. "No soy tonta, yo me doy cuenta", esa fue su respuesta, y mis deseos se volvieron insoportables. Los pude controlar en gran medida, ya que no era el momento, ni mucho menos el lugar para intentar cualquier otra maniobra que no fuera la simple conversación. Eso si, pude acariciar sus manos y su rostro, una y otra vez, y estuve muy cerca de sus labios cuando besé su mejilla.
Me sentía en el cielo, parte de mi lograba lo que quería... expulsar de mi organismo esta sensación y acabar con el silencio obligado de tener una especie de obsesión con la mejor amiga de mi esposa.

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